Histórica por su profundo significado aquí y ahora. Celebratoria y festiva en una jornada de encuentros, abrazos, patas en la fuente, grupos de gente rancheando en las calles aledañas. Conmovedora también por sus dimensiones, por la multitud que en este domingo de sol desbordó la Plaza y sus alrededores, llegó saltando y cantando ya en los subtes y trenes, marchó suelta o encolumnada en una cantidad de organizaciones gremiales, sociales, barriales, identitarias, copó las calles y avenidas mucho más allá, las tomó a su modo. Hasta balsámica, sanadora -"esto da fuerza", "esto contagia", repitieron muchas y muchos consultados por Página/12-. La marcha del Día de la Memoria en este 24 de marzo diferente a todos superó las expectativas de organizadores y manifestantes, cumplió con esa suerte de mantra que circuló como un desafío en los días previos: "Esta vez hay que reventar la Plaza"; "Más que Nunca, Nunca Más". Y así fue, con creces.