Después de dos días de encierro, con el terror de pensar que un asesino andaba suelto, los habitantes de la ciudad estadounidense de Lewiston intentan recuperar la calma y comienzan a honrar a los 18 muertos de los dos tiroteos que cambiarán para siempre este tranquilo municipio de Maine. El miércoles por la noche un hombre de 40 años, militar en la reserva, rompió la burbuja de tranquilidad de personas que jugaban a los bolos en la bolera Just-in-time Recreation o a una partida de billar en el Schemengees Bar and Grille y los ciudadanos de Lewiston saben que nada será igual en sus vidas.