Los movimientos y manifestaciones a favor del fascismo fundado por el dictador Benito Mussolini en la década del 1920, están aumentando en Italia, pese a que la Constitución italiana lo prohíbe desde 1948 y también algunas leyes sucesivas. La primera ministra italiana, Giorgia Meloni, líder del partido de ultraderecha Fratelli d’Italia (hermanos de Italia), se ha declarado antifascista en algunas oportunidades, pero eso no ha impedido que, entre otras razones, los grupos extremistas de derecha se sientan como más cómodos en el país y crean que pueden quedar impunes y hacer cualquier cosa.