Hubo un tiempo en el que todas las películas que lograban asustar al público venían del Lejano Oriente. Sobre todo de Japón, que a comienzos del siglo llegó a tener su propia etiqueta, J-Horror, cuya marca agrupaba a todas las producciones provenientes de ese país con propuestas enmarcadas dentro del género del terror. Lejos de ser exclusivo, del fenómeno participaron otros países de la región, como Corea del Sur o Tailandia, que también lograron darle forma a algunas propuestas memorables. Desde ese último país llega a las salas locales La secta del Himalaya, película que vuelve a inscribirse dentro de ese universo paranormal tan rico en cruces entre el plano físico y el espiritual.