“Una vez que pruebe esta ciudad, no podrá vivir sin ella”. La frase resuena en el primer episodio de La paz de Marsella (reciente estreno de Netflix), uno de esos policiales que hacen gala de brutalidad, clasicismo, poca finura y bastante eficacia. La ciudad más antigua de Francia es el escenario de una guerra por el control del narcotráfico. El foco está puesto sobre el escuadrón de policía que busca limpiar las calles con una doctrina tan agresiva como autónoma. Si Los Ángeles tuvo The Shield, Madrid su Antidisturbios, y Line of Duty sucedió en algún rincón sin mencionar de Gran Bretaña, esta producción creada por Kamel Guemra y dirigida por Olivier Marchal (El muelle y MR 73) propone un juego reconocible, con acciones y personajes ídem, más el acento del enclave portuario.