Es curioso que varios de los escritores más populares de la literatura inglesa de posguerra coincidan en su paso por los servicios de inteligencia británicos antes de haberse dedicado a las letras. Graham Greene, autor de obras emblemáticas como El tercer hombre; Ian Fleming, creador del icónico James Bond; John le Carré, quizás el mejor autor de novelas de espías, entre las que se destacan El topo o El espía que surgió del frío. Los tres comparten un pasado en el oficio del espionaje, cuya narrativa acabó colándose en sus obras. A veces de manera ocasional, como en el caso de Greene, otras ocupando el centro de sus creaciones literarias, como ocurre con Fleming y Le Carré.