Porto da Lua quedó fuera del recorrido del “Camino de Santiago”, aunque por su religiosidad su nombre debería estar señalado con carteles al estilo Las Vegas. Está a solo cincuenta kilómetros de la catedral de Compostela, sus lugareños son gente de fe y, lo más relevante, en una de sus órdenes tres monjas ciegas y hermanas de sangre aseguran tener visiones. Catalizador para que hasta allí se dirijan los protagonistas de Los Enviados, un eficaz equipo de investigación, cuya misión es verificar si los milagros son tales o tienen una explicación racional. Lo cosa se enturbia cuando a poco del arribo, el trío de religiosas crucifica a un cura en medio de una iglesia abandonada.