Habían pasado dos horas y media de la consagración de Central con su victoria 1-0 sobre Platense en la final de la Copa de la Liga y desde el vestuario todavía podían oírse nítidamente los cánticos de los jugadores acompañados por el inconfundible sonido de un bombo. Ya en la mañana rosarina, subidos a un micro en una caravana desde el aeropuerto de Fisherton al Monumento a la Bandera, los festejos seguían, junto a los miles de hinchas que no habían dormido para esperar a los héroes de Miguel Russo.