Cuenta la historia que Julius Popper nació en 1857 en Bucarest y que a sus 17 años se radicó en París para estudiar la carrera de Ingeniería en Minas. Cuenta, también, que ese oficio lo llevó a viajar por África y el Lejano Oriente, para luego cruzar el Atlántico y recalar en Estados Unidos y México. Su camino continuó hacia a la Argentina gobernada por Julio Argentino Roca para, valiéndose de sus pergaminos de explorador, científico y próspero empresario minero, obtener la concesión de la explotación aurífera en Santa Cruz. La última década del siglo XIX lo encontró rumbo a la isla de Tierra del Fuego, donde hizo lo que solían hacer este tipo de personajes: ampliar el terreno de la “civilización” a costa de masacrar a las poblaciones locales; en este caso, los onas. Con la idea de documentar su gesta es que se fotografió al lado de cadáveres o de quienes pronto lo serían, un material que más de cien años después llegaría a los ojos del realizador chileno Felipe Gálvez, quien usó una de esas imágenes como disparador de Los colonos.