A casi dos horas de Santo Domingo, la capital de República Dominicana, se encuentra un pequeño municipio costero que realiza una práctica casi desconocida para el resto del mundo: la pesca de anguila. Se trata de un negocio millonario que termina en nuestro plato de sushi. Aunque la pesquería se ha convertido en la única alternativa económica para muchos pobladores, el consumo masivo de estos animales en el mundo está llevando a diferentes especies al borde de la extinción.