Los sentidos del gusto y del olfato son los más primitivos. Brillat-Savarin dice que el gusto “nos sirve para apreciar todo lo que es sápido o comible”. Y que a través del olfato “percibimos los olores de los cuerpos que huelen”. El tacto cuyo objeto se reduce a percibir la consistencia y la superficie de los cuerpos. Y pone como último sentido un sexto que define como “el sentido generador”, o sea, el amor físico que atrae a ambos sexos opuestos. Normalmente, identificarlas requiere un entrenamiento específico. Cuando un alimento se encuentra en la boca, los sabores elementales (dulce, salado, ácido y amargo) los analiza la lengua, pero los aromas son detectados por el bulbo olfativo por vía retronasal. No obstante, el cerebro, que sintetiza el conjunto de las informaciones, hace creer que los aromas los percibe la boca, lo cual es falso. El olor es esencial en el gusto.