Los indocumentados en EE.UU. provienen mayormente de México y Centroamérica, aunque la migración venezolana ha crecido en los últimos años. La mayoría lleva más de una década en el país, y su deportación implicaría regresar a naciones que dejaron hace mucho tiempo. Las deportaciones separan familias, afectando a millones de niños ciudadanos. La comunidad se concentra en estados como California y Texas, con una parte viviendo en “estados santuarios” que protegen a los migrantes. Aunque contribuyen a la economía con 8.3 millones de trabajadores, las deportaciones masivas serían extremadamente costosas y tardarían más de una década en completarse.