La caída de Bashar al Assad, tras dos semanas de combates liderados por los rebeldes de Hayat Tahrir al Sham, marcó el fin de cinco décadas de dominio de la familia Al Assad en Siria. El avance rebelde sobre ciudades estratégicas como Alepo, Hama y Damasco, junto con la retirada del apoyo de aliados clave como Rusia e Irán, precipitó el colapso del régimen. Al Assad y su familia huyeron a Rusia, donde se les concedió asilo, mientras que fuerzas israelíes atacaron instalaciones de armas químicas en Siria para prevenir su posible uso indebido. Este desenlace también debilitó la influencia del "Eje de la Resistencia", liderado por Irán, y dejó un vacío de poder en la región.