De esta nueva década vamos sacando en claro que no hay nada sólido, ni victoria imposible. Los escenarios europeos están peligrosamente abiertos en los tres frentes sobre los que se levantan sus instituciones: la economía, la seguridad y la democracia. Una triple entente que contiene el aire en numerosas ocasiones. El impacto del resultado italiano encierra una pregunta inquietante más allá de cómo repercute en el corto plazo. ¿Está la Eurocámara dando un giro a la ultraderecha? ¿Es posible que estén ganando terreno y colonizando el seno de las instituciones que pretenden combatirla? Hay herramientas, como señala la presidenta Ursula von der Leyen, frente a Hungría y Polonia. ¿Las hay para Italia y Suecia? Qué haremos con quienes consideramos ‘democracias de las nuestras’, miembros fundacionales incluidos.