Catalina, de 17 años, cuenta cómo terminó explotada sexualmente en la prostitución por el Tren de Aragua por buscar trabajo en la frontera. Ingresó siendo menor de edad y narra cómo otras como ella no salieron vivas. Señala que su paso por la prostitución le dejó muchos traumas y secuelas: ansiedad, ataques de pánico y trastorno de sueño.