¿Dónde quedó el peso del fútbol centroamericano? Porque si algo está dejando claro esta eliminatoria de Concacaf… es que los “grandes” del área están dando pena. Empecemos por Panamá, que según el ranking FIFA es el mejor del vecindario, pero hoy sobrevive con respirador artificial. Sí, ganó en el Cuscatlán, pero por la mínima, sufriendo ante una Selecta que ya ni asusta, dirigida por un técnico histórico como el Bolillo Gómez, pero sin alma, sin idea, sin gol. Y ojo, Panamá está empatado en puntos con Surinam, sí, Surinam, que no tiene ni estadio lleno ni estrellas de Europa, pero sí orgullo y disciplina. En el mismo grupo, Guatemala, con el prestigioso Luis Fernando Tena, apenas pudo rascar un empate en suelo panameño y ahora depende de un milagro para no despedirse temprano. ¿De qué sirve tanta experiencia, tanta conferencia de prensa y tanto discurso, si en la cancha no pasa nada? Pasemos al grupo C, donde Honduras, de la mano de Reinaldo Rueda, presume cuatro puntos, pero juega con el freno de mano. ¿Dónde quedó aquella Honduras combativa, con hambre, con garra? Hoy es un equipo que toca, toca y no lastima. Y enfrente está una Costa Rica de Miguel “Piojo” Herrera que tampoco arranca: dos empates, cero victorias, y un fútbol tan predecible que ya ni Keylor Navas alcanza para salvarlos. Mientras tanto, el Caribe también se desmorona. Jamaica, que prometía ser protagonista, se complica sola. Trinidad y Tobago, que alguna vez fue mundialista, hoy parece un recuerdo en blanco y negro. Lo cierto es que esta eliminatoria está tirando a la basura los viejos paradigmas. Ya no basta con tener técnicos famosos, ni con vivir de lo que se hizo hace veinte años. El fútbol moderno premia la evolución, el orden, la estrategia, y en eso Surinam, Haití y Nicaragua están superando a los de “apellido pesado”.