¿Sabéis cuando bebes un buen tinto y te queda toda la boca seca? ¿Cuando te tienes que levantar un par de veces para beber agua en plena noche? ¿Cuando tienes la sensación de que el vino te llena tanto la boca que casi lo puedes morder? ¿Cuando el postgusto es largo? ¿Cuando se te quedan los morritos pegados a las encías? ¿Y la lengua rasposa? Esta es la sensación táctil de los taninos. Los taninos del vino pueden venir de dos lados. Por una parte, de la misma uva, sobre todo de las uvas tintas, y por otra, de la madera, los que han estado fermentados o envejecidos en madera. El tanino como sustancia orgánica de sabor astringente y amargo está contenido en la piel y las pepitas de la uva. Así que los vinos tintos que tienen maceración con las pieles y crianza con madera, tienen más potencia tánica.